miércoles, 4 de enero de 2012

MESTIZAJE E IGUALITARISMO EN AMERICA Alberto Buela


Parece ser que ya pasó la época en que los ensayistas que se ocupabande la índole de nosotros, los americanos, sostenían la superioridad de laraza blanca europea, afirmando que éramos más o menos capaces en lamedida en que nos acercábamos a tan preciado arquetipo de hombre.Ellos nos juzgaron según pautas dadas por el Iluminismo y laIlustración, y tuvieron su plenitud durante dos siglos y medio -XVIII,XIX y primera mitad del XX-.Si, hipotéticamente, hay algo de bueno en las consecuencias de lasegunda guerra mundial, ello es la quiebra definitiva de la imageneurocéntrica de hombre. A partir de allí el hombre europeo pierde suvalidez universal y se transforma en un tipo más de las distintas figurasde hombre que habitamos este mundo.Hoy, y desde hace medio siglo, ha adquirido plena vigencia la teoría delmestizaje para explicar lo que somos nosotros, los americanos. Así tenemos mestizajes de toda laya. Aquellos que nos hablan de mestizajecultural: en América convergen todas las culturas. Somos la razacósmica. Racial: a la América ibérica se superpone la africana, luego lalatina, ahora la coreana etc. Lingüística: en nuestra América nohablamos el portugués y español peninsulares sino ya una lenguadiferente a aquellas. Ontológico: Sosteniendo, según la teoríahilemórfica, que el indio es la materia y el europeo la forma. Político:nuestras formas de gobierno son democracias autoritarias, mezcla decaudillos y de pueblo.La consecuencia de esta teoría del mestizaje es la miserable, bastarda yclaudicante “teoría de la no-conclusión de América”, según la cualAmérica aún no es. Ejemplar típico de los sostenedores de estavergonzante teoría es nuestro compatriota, el confundido Carlos Dufourquien, muy suelto de cuerpo cual mariposa gringa que es, afirma:”
Ladialéctica de nuestra identidad estará en ser lo que no somos y en dejar de ser lo que fuimos
”. Es la tesis típica de aquellos que carecen deenraizamiento a su tierra y a sus tradiciones.Esta teoría del mestizaje, bajo sus distintas variantes, supone que losaportes son por partes iguales en todo. Aún cuando algunos ponganmás el acento en lo indio (los indigenistas) y otros en lo latino (loslatinoamericanistas). La idea de igualdad está en la base de la teoría delmestizaje. Y este es el aspecto más falaz de dicha teoría.Vayamos por partes. Nosotros no negamos que en nuestra América sehaya producido un mestizaje. Es más, creemos que el fruto más logradode ese colosal abrazo que se dan, durante tres siglos, tanto en la lucha

como en el lecho peninsulares y aborígenes es la América criolla, laAmérica morena. Lo que nosotros negamos es que seamos el productode un “igualitarismo cultural” en donde la cosmovisión bajo medievalque traían españoles y portugueses haya aportado por partes igualescon la cosmovisión indiana en la constitución de lo que somos. No. Deninguna manera. El mestizaje que se dio en América, y hay que decirlocon todas las letras, no es un entrecruzamiento por partes iguales, puesen los aspectos superiores de la vida del espíritu -lengua, religión,filosofía, instituciones, etc.- el aporte ibérico fue incomparablementemayor que el indiano. Y es por este aporte que nosotros, losamericanos, somos herederos legítimos de las tres grandes figurascosmovisionales que ha producido Occidente: la greco-romana, laheleno-cristiana y la hispanoportuguesa. Y en este sentido podemosdecir, disculpen la inmodestia, que nosotros lo iberoamericanos somosel verdadero Occidente, y ello no tanto por nuestro méritos sino másbien porque hemos sido menos zapados, menos corroídos por lamodernidad. Y en esta defensa ante la avasallante marcha del mundomoderno, no poco a tenido que ver el aporte indiano con su categoría detiempo.Nuestra conciencia hispanoamericana, y esta es una de nuestrasprincipales tesis, surge de la simbiosis de dos cosmovisiones: la bajomedieval o arribeña y la indiana o precolombina.Nuestra conciencia se constituye -hablando filosóficamente- no como uncompuesto sustancial sino como un mixto perfecto, puesto que nuestraidentidad surge por fusión y no por mezcla de diversos elementoscompletos en sí mismos -lo bajo medieval y lo indoamericano comocosmovisiones- que forman un todo natural: La concienciahispanoamericana que es análogamente diferente a los elementos deque está compuesta. Esto es a lo indo y a lo europeo bajo medieval.Pero ¿qué rasgo propio de aquellos aborígenes de mil lenguas ycentenares de etnias perduran en nosotros? Y ¿Qué rasgos propioshabitan en nuestra conciencia de aquellos españoles de mil razas quepoblaron Iberia y forjaron América?Destacamos dos: la categoría de tiempo que nos viene de nuestramatriz telúrica y el sentido jerárquico de la vida y de valores objetivosque proviene de la cosmovisión católica ó bajo medieval “que es la querescata al indio americano de la oscuridad de sus ídolos” en la expresiónde Jaime Eyzaguirre. Aclaremos que cuando hablamos de “lo católico” no lo hacemos en tanto que categoría confesional sino en cuanto a quees el rasgo que caracteriza la
Weltanschauung
del hombre europeoarribado a las tierras americanas.Así pues, esta conciencia europea, incluso hasta las últimas olasmigratorias, no pasó por los diferentes estadios de lo que ChristopherDawson denominó Revolución Mundial. Es decir, Reforma, RevoluciónFrancesa, Revolución Bolchevique y Revolución Tecnocrática. En unapalabra nosotros forjamos nuestra identidad asumiendo la fuerza vital ylos valores de la Europa anterior a la Revolución Mundial, aunqueencarnados en forma diferente debido a la gran matriz americana -el
genius loci
: clima, suelo y paisaje- y este es el motivo por el cualHispanoamérica toma desde el comienzo, desde el siglo XVI un caminodiferente al resto de Occidente. Para nosotros lo tradicional y lo local nose oponen a lo occidental como en África o Asia, sino que es looccidental auténtico moldeado por el aporte indiano. Lo criollo esnuestra manera de ser occidentales.Si los rasgos históricos básicos de Occidente son: el indo-europeo comosubstrato lingüístico, la noción de ser aportada por la filosofía griega,que las tradiciones no-occidentales jamás presintieron ni barruntaron, laconcepción del ser humano como persona que aplica su voluntad libreen la propiedad como aporte romano, el Dios uno y trino personal yredentor como aporte más propio del cristianismo y la instrumentaciónde la razón como poder científico y tecnológico que le ha dado hasta elpresente la primacía sobre Oriente. Y estos elementos fundantes sonreemplazados por la alienación lingüística del baby talk; el reemplazodel pensamiento reflexivo por la gnosis moderna como atajo al saber;pérdida de los méritos de la persona en el anonimato igualitarista;disolución del mensaje cristiano de salvación en un mensaje puramentesocial y participación activa en el poder de coerción por parte deOriente. Nosotros los hispanoamericanos estamos en contra de esteOccidente porque no es otra cosa que nuestra guillotina. Y esto, hoy endía, lo comprende claramente el mundo musulmán que distingue enforma tajante entre el occidente judeoanglo- sajón y el occidenteIberoamericano.Si al comienzo de esta meditación intentamos responder a la preguntade ¿quienes somos?, corresponde ahora contestar a la pregunta de ¿quées América?. Y esta es la segunda de nuestras tesis.Así, sostenemos, que América debe ser entendida como “lo hóspito” donde el hombre sea en su búsqueda de gloria y riquezas, sea huyendodel hambre, la guerra, la enfermedad, la persecución busca realizarplenamente su naturaleza. En América, y esto vale para la totalidad desu territorio, todos somos inmigrantes desde los primeros aborígenesque entraron por el estrecho de Bering hasta las últimas oleadas deasiáticos que están llegando estos días. América se diferencia del restodel mundo por su capacidad de hospedar
(hospitari
) a todo hombre quecomo huésped
(hospitis
) viene de lo in-hóspito. América es pues “lohóspito”. Ahora bien, esta aparente pasividad receptiva lleva ínsita unaactividad modificadora, que mediante la acción del ya mencionado
genius loci
americano -clima, suelo y paisaje- transforma a lo recibido.Para concluir entonces y volviendo al comienzo de nuestra exposición,digamos que la mayor dignidad de una cultura en nuestros días está enrelación directa con la conciencia clásica. Ni España, Inglaterra, Franciao Alemania para constituir su identidad mezclaron lo clásico con lobárbaro sino que dejaron aquel informara a éste. De igual manera laidentidad americana no se debe buscar en el mestizaje a partes igualessino en la aproximación a las fuentes clásicas de cultura occidental pero,eso sí, vistas y vividas desde América.Repitámoslo, nuestra exigencia es doble, por un lado tenemos laobligación de pensar y actuar a partir del enraizamiento a la tierraamericana y sus tradiciones telúricas, pero en la medida en que nuestraexpresión americana se aparte de lo heleno, romano, hispano, cristianotanto menos tendrá validez universal nuestra cultura y tanto menos seránuestra dignidad y nobleza. Un ejemplo emblemático, tomado del arte,acerca de lo que queremos decir es la Misa Criolla de Ariel Ramírez o losimagineros de nuestro norte argentino o la platería y tejeduría pampa.

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